martes, 10 de agosto de 2010

CONTAMINACION CRUZADA


Se produce por:

  •  El traslado de bacterias de los alimentos crudos a los ya cocidos.
  • Malas prácticas higiénicas.
 Las bacterias se pueden propagar por la cocina y llegar a las tablas de picar, utensilios y mostradores. 
 
Para evitar esto:
  • Lávese las manos con agua caliente y jabón antes y después de manipular los alimentos, y después de utilizar el baño.
  • Utilice toallas de papel o paños limpios para limpiar las superficies de la cocina o los líquidos que se hayan derramado. Lave los paños con agua caliente a más 45º C. 
  • Puede utilizarse una solución de 1 cucharadita de lavandina en un cuarto de agua para desinfectar las superficies y los utensilios lavados.
Formas de evitarla:
·        Lave las tablas de picar, platos, utensilios y superficies con agua caliente y jabón después de preparar cada alimento y antes de pasar al siguiente .
·        Preferentemente utilice tablas  de teflón o plástico, evitando las de madera.
·        Utilice una tabla de picar para las verduras y frutas frescas y otra para la carne, aves, pescados y mariscos crudos.                                                                               
·        Cambie las tablas de cortar que estén excesivamente desgastadas o tengan
·        grietas difíciles de limpiar.

Otras formas de prevención:

  • ·         No descongele nunca a temperatura ambiente.

  • Descongélelos, en la  heladera,  separando alimentos cocidos en los estantes superiores, y en los inferiores crudos.
  • En el horno de microondas, pero cueza el alimento de inmediato.
  •   Los alimentos también pueden descongelarse en agua fría.
  •  Refrigerar o cocinar el alimento inmediatamente después de descongelado.


ALIMENTACION EN EL NIÑO


Inapetencia infantil

Con frecuencia, la razón por la cual los padres fuerzan a comer a sus hijos es que desconocen la disminución fisiológica del apetito que se da entre los dos y los cinco años. Durante estas edades, la mayor parte de los niños ganan entre 1 y 2 kilos por año. Este ritmo de crecimiento es sólo entre un 20% y un 30% de la que tienen durante su primer año de vida. Como consecuencia, y de manera espontánea, a esta edad tienen menores requerimientos nutricionales y menor apetito. A estas edades, los niños están más interesados por el mundo que los rodea que por los alimentos. Al forzarles a comer un determinado alimento se puede conseguir que lo rehúse, quedar condicionado a rechazar la comida y, a partir de ese momento, que el acto de comer se convierta en algo incómodo y poco placentero. El rechazo a la alimentación también puede ser el resultado de una técnica de alimentación inapropiada: castigos, súplicas y sobornos.
Para los pequeños, la familia es el modelo ideal para el desarrollo de las preferencias y de los hábitos alimentario Incluso una presión excesiva puede llevar al rechazo del alimento. Para los niños, la familia es el modelo ideal para el desarrollo de las preferencias y de los hábitos alimentarios. Si un miembro de la familia rechaza comer un determinado alimento, el niño imita su comportamiento. Ante todo, hay que tener presente que el acto de comer debe ser siempre agradable: el olor, la presentación, el sabor y la variedad de los alimentos, así como la compañía y la atmósfera emocional, que también son factores determinantes.
No obstante, atendiendo a las conclusiones de un estudio británico, la neofobia, es decir, la aversión o el miedo a probar nuevos alimentos, es una característica que se hereda en muchos casos. De manera que, aquellos adultos que en edad infantil desesperaron a sus padres a la hora de comer, tienen muchas probabilidades de tener hijos muy poco dispuestos a probar nuevos alimentos. La aversión a los nuevos alimentos, que probablemente en el pasado cumplía una función protectora para no correr el riesgo de envenenamiento, se ha convertido hoy en día en perniciosa y perjudicial porque empobrece la dieta de los más pequeños.

Falsa inapetencia

Es necesario diferenciar la inapetencia reciente de la habitual. La reciente es la que aparece cuando el niño sufre una enfermedad aguda, y lo más probable es que ésta desaparezca cuando se resuelve el cuadro. En estos casos no hay que obligar a comer al pequeño, sino ofrecerle abundante cantidad de líquidos y fraccionar las comidas en varias tomas, en cantidades pequeñas. La inapetencia habitual es la que se prolonga en el tiempo y puede ser falsa o verdadera.
La falsa inapetencia debemos sospecharla cuando el niño come muchas golosinas, toma zumos todo el día, abundante cantidad de leche, come a deshora, come dulces antes de las comidas y no acepta determinados tipos de alimentos como las verduras. El primer paso para el inicio de esta conducta negativa consiste en sustituir un alimento rechazado por otro de mayor agrado. Si el niño rechaza el primer plato por el segundo, se ha de condicionar la toma del segundo a una mínima cantidad del primero. A la hora de dar a probar nuevos alimentos y sabores, se ha de hacer de forma distendida, no con imposiciones fuertes, y sin perder los nervios.
Conviene negociar con el niño sobre la comida que rechaza. Se discutirá la cantidad mínima de cada plato que se debe comer y que sea el niño quien se sirva. De esta manera, se está favoreciendo su autonomía, independencia y responsabilidad en la elección. La verdadera inapetencia es aquélla que frecuentemente se presenta en un niño con un peso por debajo del normal para su edad, sin energías o desganado. Esta situación es generalmente sinónimo de enfermedad, y el médico es el encargado de realizar el diagnóstico y comenzar el tratamiento lo antes posible para que el niño pueda reiniciar una alimentación adecuada y recuperar su peso.